Si te desconectas de lo que sientes difícilmente los demás te sentirán como una persona cercana. ¿Cómo te van a sentir cerca si tú mismo estás lejos de ti? ¿Cómo te has sentido al encontrarte con alguien que está muy conectado consigo mismo? ¿Qué te pasa cuando alguien es honesto con cómo se siente? ¿Y qué te pasa cuando estás con alguien desconectado de su sentir?
Al desconectarte te ‘mecanizas’, te conviertes en alguien sin sentimientos, sin necesidades, ni deseos y miras a los demás también desde ahí. También te desconectas de ti misma, de tus sueños, de tus capacidades y dones, de cómo puedes satisfacerte en la vida, te haces más dependiente de fuera, de lo que deberías hacer, de las expectativas de los demás. Esto es porque te pierdes de tu propia referencia interna y necesitas entonces aferrarte a algo, si no miras hacia dentro necesitas mirar más hacia fuera.
Todas las personas nacemos con una joya en nuestro interior. Es nuestro ser nuestro verdadero yo, nuestra esencia, lo más preciado que tenemos. Pero a medida que vamos creciendo, el mundo nos anima a mirar hacia afuera y no hacia adentro, poniéndonos capas y más capas, en estas capas están nuestros miedos, miedo a ser rechazados, diferentes, criticados, juzgados, abandonados, al dolor, a la soledad, y aceptamos esconder nuestra joya, dejar de vernos y nos desconectamos de nuestras emociones, deseos, necesidades, de nosotros mismos.
Si nos olvidamos de nosotros o nosotras mismas, nos olvidamos de estar conscientes, de conocer y responsabilizarnos de nuestros deseos o necesidades, y con ello no desarrollamos nuestro propio potencial, sin aprendizaje, sin vivir una vida plena y nos quedamos atrapados en el lado de los asuntos inconclusos sin cruzar la otra orilla, con la venda en los ojos y el corazón encogido.